Las luces del metro. Luz. Oscuridad. Luz. Oscuridad… recuerdo el hospital.
Los cristales rotos. Mis manos manchadas de sangre.
El protagonista de “Le Boucher” decía que la sangre de los animales y la de los hombres
tienen el mismo olor.
Mi sangre y la tuya, mezcladas, recorriendo las falanges de mis dedos.
Juntos. Juntos hasta el último minuto.
Huir. Coger un tren, el de las 19:15.
Sin maleta, sólo lo puesto y un par de billetes sueltos.
Sin maleta, sólo lo puesto y un par de billetes sueltos.
No volver. Nunca mirar atrás.
Cerrar los ojos, y pensar que volveré a verte.
Pensar en tus ojos. Pensar en tu voz. Pensar en nosotros.
Recuerdo nuestra canción: Wild is the wind. You touch me…
Recuerdo a ratos y me estremezco… me doy cuenta de que no ha sido un mal sueño,
sino de que estoy empezando a tener recuerdos de todo lo que pasó.
sino de que estoy empezando a tener recuerdos de todo lo que pasó.
El tiempo está cambiando. Del aire frío a la humedad. ¿O soy yo?
La melancolía es un estado natural de algunos animales y de algunos seres humanos.
También de algunas plantas.
Yo nací con un don único, el de canalizar el gris de las nubes
y el frío de la lluvia en mi sangre. En mi pecho.
... fragmentos de un texto que escribí hace unos años, y que el día de lluvia y frío de ayer,
y esta preciosa canción de The National, me los han recordado:
ph.: 1 (unknown), 2 (shame), 3/4/5/7 (by charles gibson), 6 (blue valentine), 8 (lost in translation)